Reflexiones sobre los guardias privados en Guayaquil
Bueno, no sorprende que hayan puesto los guardias en Guayaquil.
Nuestro Estado siempre ha sido un estado policiaco.
En este país se parte del principio "natural" que reza 'la gente es "bestia" y necesita policía y represión para que pueda funcionar normalmente en sociedad'. Esta mentalidad es una herencia de la conquista y la colonia, donde este modelo de pensamiento era fundamento cultural: una minoría que siempre castigó al resto (los conquistados) de esta forma.
Naturalmente, como la gente "es bestia", según el principio, todas las otras cosas (que nos suceden hoy) caen por su propio peso. Digamos, para no citar muchas cosas malas y no amargarme el día: policías con presunción de inocencia, ley de fuga, guardias privados sin entrenamiento en control y derecho civil, controles militares indiscriminados en las calles, estigma social y legal para los portadores legales de armas de fuego.
Entonces, el mero hecho de compartir todos esta mentalidad derrotista (o, más precisamente, la mayoría) automáticamente nos hace a todos más vulnerables a la corrupción y a la degeneración, al "si no me ven haciendo X, entonces no pueden probarlo", al abuso de nuestros congéneres. Claro... si todos se dan el lujo de "ser bestias" mientras "el gato no está en casa", ¿por qué no yo también?
En una sociedad diferente, donde uno es "civil" hasta que se pruebe lo contrario, se cuentan diferentes historias. Se confía en las personas, y se piensa de ellas como entes independientes que tienden de forma natural a la superación y al bien.
Necesitamos más gente que esté dispuesta a hacer lo correcto "porque sí". A hacer el bien simplemente porque está bien, porque no se necesitan más razones, y porque hacer algo bien vale la pena. Y cuando tengamos más gente así, seguro dejaremos de pensar que el prójimo debe ser encarcelado y apaleado.
Recuerden, cada ladrón juzga por su condición.