No hay emoción mala

publicado 22/11/2010, Última modificación 26/06/2013

Respuesta a un post en el blog de Joy.

Me permito discrepar contigo, Joy.

El ser humano experimenta distintas emociones negativas.  Desesperación, odio, celos, miedo, sorpresa, recelo, sospecha, inseguridad, depresión, culpa.

Hoy en día es popular la idea de que aquellas emociones son "malas" y por tanto quienes no las sienten o las reprimen -- con fuerza de voluntad, con medicamentos, con alcohol, con drogas, con simple y llana negación -- son gente buena o "superada".  Es el caso del tipo que dice "yo no siento celos", y que, cuando los siente, trata de negarlos o se siente culpable por experimentar celos, para tarde o temprano descubrir de repente que -- como uno de cada diez hijos estadunidenses -- el hijo de su mujer no es suyo.  O el tipo que se cree un bacán al volante y piensa "yo no le tengo miedo a nada", y tarde o temprano bum! se mata al volante por manejar muy rápido.

Inocente (pero venenosa) idea.  La razón por la que la raza humana ha persistido por cinco millones de años es precisamente porque esos sentimientos, cuyo centro neurológico es la amígdala, nos han permitido sobrevivir.  El recelo te permite repensar algo o alguien antes de aceptarlo.  Los celos te garantizan que sólo tus genes (y no los de otros u otras) se perpetúen (cosa aún más importante en un hombre, dicho sea de paso, con lo que se explica que los hombres generalmente sean más celosos y más bruscos que las mujeres en ese sentido).  El miedo es aquello que te da la prudencia de escapar de una situación peligrosa.  La depresión que te ayuda a masticar una y otra vez una o varias situaciones negativas, hasta que encuentras una solución de tanto pensar.  El mismísimo odio que te sirve para mantener separadas de tu vida a gente que tú consideras mala (y que por supuesto redunda en beneficio neto para tí).

En resumen: aquellos sentimientos que es tan popular negar estos días, no son más que los componentes esenciales de un instinto de supervivencia superior que nos ha hecho dueños y señores del Planeta Tierra.  Se dice que el cerebro primitivo (inconsciente) es siete mil veces más potente que el consciente, y hoy sabemos (mediante el uso de máquinas fMRI) que la religión perdura hasta el día de hoy precisamente porque rezar es un acto que -- sin notarlo -- le permite al creyente invocar a su propio subconsciente en vez de a ninguna deidad (y los naturalistas tenemos nuestras opciones también).  En mi experiencia personal, en muchas ocasiones en que tuve o experimenté una emoción negativa y le hice caso, hubo algo de trasfondo que me hizo decir -- tarde o temprano -- "chucha que tenías razón, Rudd-O". 

Pero sí estoy de acuerdo con una cosa: con el tiempo, todas las emociones negativas (incluso las más malas) se apagan con el tiempo.  Y se apagan con el tiempo, precisamente porque cuando se apagaron, es porque ya cumplieron su propósito.  Pero la cuestión no es "aprender a superar" -- no se necesita aprender ello, porque ya venimos programados cerebralmente para ello, y todo lo que hay que hacer para superar esas emociones, es simplemente esperar.

Más sabe el cerebro por viejo, que por sabio.  Y más sabio es quien más se conoce a sí mismo, porque sabe cómo aprovechar los millones de años de sabiduría programada en él.