Los niños moros se van al cielo
O al menos esa es la última tesis del nuevo Papa.
El emperador Palpatine... eh, sorry, el Papa Ratzinger (sí, el mismo que participó de las juventudes Nazi) ha decretado que no es necesario que un niño recién sea bautizado para que se vaya al cielo, si es que muere fortuitamente.
¡Qué vacán! Not.
Resulta que el dictamen anterior (que involucraba el eterno fuego del infierno para los niños moros muertos sin bautizo) había estado fundamentado en la teoría del limbo, un invento teológico que servía para explicar unas cosas tostadas.
Teología y lógica
Justamente ese es el problema. La teología es el estudio de... ¿lo que dice Dios? Bueno, yo que sé qué, pero lo que con seguridad puedo confirmar es que es una disciplina que usa la lógica para llegar a sus conclusiones.
Está muy bien que una disciplina use la lógica, pero el problema es que usa la lógica nomás. Si yo digo que todos los hombres tienen bigote, y que Sócrates es hombre, entonces puedo concluir, lógicamente, que Sócrates tiene bigote. Eso es lógico.
La lógica pura no lleva a nada
Pero no tiene ningún sentido, porque a mi deducción le estoy alimentando información (premisas iniciales) basura. Cualquier disciplina seria tiene que amarrar la lógica con datos certeros y verificables. La ciencia va un paso más allá, porque requiere que todos los experimentos y datos sean independientemente reproducibles siempre.
Por eso, cuando alguien me viene con argumentos teológicos, lo mando a volar. Si la premisa fundamental de un argumento es que existe un fantasmita amigable, por más lógica que sea la conclusión, no tendrá un ápice de verificable o verdadera.
¿Saben a dónde se van los niños muertos?
Aunque les duela a los que creen en fantasmitas, ¿saben a dónde se van los niños muertos? A ningún lado. Somos máquinas biológicas con avanzadas características (a las que llamamos humanidad), pero nada más, y hasta la fecha nadie ha logrado comprobar, de forma repetible, lo contrario. Si me vas a venir con una hipótesis tostada, es tu trabajo comprobarme que es cierta -- no es mi trabajo comprobarte que estás equivocado.
A mí, ciencia o nada. O por lo menos sentido común, en lugar de fantasmitas.