Hace 15 años

publicado 08/08/2006, Última modificación 26/06/2013

Hace 15 años, fue mi último día como Católico, Apostólico y Romano. Justo una semana después de mi primera comunión, dejé de creer en Dios o cosas mágicas. Nunca más participe de ningún rito religioso.

Armado de un volumen suficientemente grande de conocimiento y entendimiento, descubrí que lo que sucede alrededor nuestro puede explicarse usando la lógica y la razón -- sin magias.

Por supuesto, siempre me reservé mi descubrimiento. Nadie me ha oído decir a otra persona "patrañas, no existe Dios, eres un estúpido por creer en magias". Todos tienen derecho a creer en lo que les plazca, y yo no voy a lloverles en su picnic.

Pero saber que una minoría de extremistas mantienen al mundo encadenado al retroceso me enfurece. Saber que son ellos los que continuamente condenan las nuevas ideas como "peligrosas" o "criminales". Saber que contribuyen consistentemente a formar opiniones alrededor del mundo. Saber que entierran las verdades y los hechos bajo 6 metros de lógica ilógica y de "así dijo Dios". Saber que continuamente se inmiscuyen en mi vida y en la de otros, intentando (exitosamente) decirnos cómo vivir y qué no hacer. Saber que provocan tanta infelicidad alrededor del mundo.

No, no son los religiosos, ni siquiera los cristianos. Son los extremistas. Tienen derecho a creer en Dios -- nadie los está obligando a lo contrario. Pero no tienen derecho a infectar a los demás con su estupidez.

Y, desde hoy en adelante, prometo combatirlos, de la misma forma que ellos nos combaten a nosotros.