Diálogo con un 'hermanito'

publicado 23/01/2006, Última modificación 26/06/2013

Es tan interesante encontrar contradicciones en los discursos de la gente religiosa:

— ¡Hola! Explícame esto de ser "evangelista". ¿De qué se trata? ¿Cuál es el piquete?

— Bueno, nosotros los evangelistas no podemos tomar café, bailar...

— ... espérate un momento... ¡no quiero que me digas todo lo que tienen prohibido! Eso sí sé. Yo lo que quiero saber más bien es las razones, o sea, "por qué". Por ejemplo, ¿por qué se supone que no debemos bailar?

— ... es que bailar es un "preludio" del sexo...

— ... ¡en eso no te discuto! Uff, sobre todo con el reggaetón y la nueva música chatarra que contamina las radios todo el puto día, estamos de acuerdo en que es un preludio sexual. Puta, uno baila para entrarle a un culo; pero... pero ¿qué tiene de malo que sea un preludio sexual?

— Es que eso está mal.

— ¿Tener sexo está mal?

— ¡No! Es que tú no entiendes, mira, eso es pecado, el sexo sólo por placer está mal...

— ... ¡un segundo! Yo lo que no entiendo es, si el placer corporal es tan perverso y pecaminoso, y hacerlo sólo por placer es pecado y está mal ¿por qué es tan rico?

— ¡Así es como te tienta el Inicuo!

— Ah, yo pensaba que nuestro cuerpo lo había fabricado Dios a su imagen y semejanza.

Cabe recalcar que esta es una conversación ficticia. Sin embargo, es basada en una conversación que tuve hace años con un amigo extremadamente libertino convertido a Testigo de Jehová, que después se volvió a convertir al sexo y la farra (mi religión predilecta).

Yo digo... ¿habrá habido algún error de manufactura?