Delito intelectual en el Ecuador: reflexiones
Sólo por si acaso, esta es la reflexión final de una serie de artículos concernientes al delito intelectual en el Ecuador. Te invito a que la leas toda, comenzando por el primer artículo. También te invito a que comentes sobre cualquiera de los artículos de la serie que te hayan interesado, si es posible en tu blog y con un link a la historia en particular. Es muy importante que todos estemos al tanto y comuniquemos estas simples verdades.
Es triste cómo, sin darnos cuenta, la gente que hemos elegido para gobernarnos haya pasado esta ley. Es triste que las corporaciones gigantescas hayan hecho poner todos sus intereses en una ley ecuatoriana. Lo más triste de todo es que todos tenemos la culpa de que nos hayan visto la cara, porque nadie nunca estuvo pendiente ni actuó cuando todavía era tiempo. Los derechos que tú, yo y la gente que vino antes conocíamos y dábamos por sentado, siempre terminan desapareciendo ante nuestras miradas indiferentes producto de ocuparnos de nuestros asuntos y nada más.
"Copiar canciones", hehe. ¡Coraje, maldita sea! Nunca falta el tarado que te mira mal porque compartes canciones con tus amigos, igualándote moralmente a un ladrón. Nunca falta el trailer del cine que te recuerda que "copiar películas piratas es un crimen". ¡Patrañas, convertidas en ley de la República!
Recordemos que el derecho de autor (copyright) no es un derecho fundamental del ser humano. No lo es, sin importar cuánto se llene la boca el IEPI tratando de convencernos de eso. Recordemos que el copyright es simplemente un invento social para fomentar la creatividad, limitado en tiempo y ámbito y con el dominio público con destino final. Con restricciones tan absurdas como las de nuestra ley, ¿qué mismo creatividad se pretende fomentar?
Es muy penoso, también, como ver que unos cuantos, guiados por su afán de lucro, ya no aciertan a discernir entre derechos fundamentales de los ciudadanos y sus intereses mercantiles. Lo más grave de todo es que la mayor parte de personas comparten su "simplificación matemática mágica" del asunto. No ven el trasfondo de inmorales y aberrados intereses particulares que está plasmado en todas estas restricciones absurdas interpuestas en nuestras vidas con el afán de hacernos pagar prácticamente por todo lo que hacemos en el diario vivir como un "ser humano normal".
Esta ley tendrá consecuencias funestas para la creación de nuevas formas de asociación, para la creación de nuevas formas de expresión y, en fin, las cosas que enriquecen la cultura. Dicho de otra forma, tendrá consecuencias funestas para el futuro. No nos olvidemos el calvario que tendrán que sufrir quienes serán (eventual, selectiva, inmoral, injusta y públicamente) apresados en calidad de ejemplo público, cuyas reputaciones quedarán intencional y públicamente reducidas, que el Monstruo de los Andes y similares delincuentes parecerán ángeles.
Detesto este País. No es broma, en este momento siento ganas de vomitar. Odio a mi país. Sobre que me tengo que calar la de pendejadas que pasan todos los días, y los obstáculos que enfrento por la desgracia económica que vivimos, ahora resulta que soy todo un delincuente (uno que, para todo fin y efecto, es perfectamente moral y ético).
Esta serie seguirá analizando diversas ramificaciones de la lamentable ley ecuatoriana de proteccionismo intelectual. Por lo pronto los dejo con mi más actual reflexión, y una cita de Ayn Rand, mientras planifico mi fuga del Ecuador:
"Did you really think that we want those laws to be observed?" said Dr. Ferris. "We want them broken. You'd better get it straight that it's not a bunch of boy scouts you're up against - then you'll know that this is not the age for beautiful gestures. We're after power and we mean it. You fellows were pikers, but we know the real trick, and you'd better get wise to it. There's no way to rule innocent men. The only power any government has is the power to crack down on criminals. Well, when there aren't enough criminals, one makes them. One declares so many things to be a crime that it becomes impossible for men to live without breaking laws. Who wants a nation of law-abiding citizens? What's there in that for anyone? But just pass the kind of laws that can neither be observed nor enforced nor objectively interpreted - and you create a nation of law-breakers - and then you cash in on guilt. Now that's the system, Mr. Rearden, that's the game, and once you understand it, you'll be much easier to deal with."