¡Recalentón!

publicado 20/01/2006, Última modificación 26/06/2013

En Noviembre (un día indeterminado), a la 01:15, partí de la cena de Navidad en casa de una amiga para la casa de mi otro amigo. Para quienes no conozcan a mis amigos (o la ciudad de Guayaquil), este es un viaje bastante largo – de una ciudadela privada en Samborondón a una ciudadela privada en la vía a la Costa (bastante más allá de Puerto Azul), cruzando por el sector urbano de la ciudad. Cuando salí, lo hice con la determinación de hacer el mejor tiempo posible. Encendí el cronómetro de mi teléfono celular, y partí.

Durante la mayor parte del trayecto, me mantuve por debajo de los cien kilómetros por hora (especialmente en el perímetro urbano). Sin embargo, estaba haciendo un excelente tiempo: a la 01:30 (quince minutos después) ya estaba pasando al frente de Riocentro Los Ceibos. Con la confianza que me brindaba el resto del camino (que es una carretera ancha, y muy poco transitada a altas horas de la madrugada), decidí acelerar para probar el límite de velocidad del carro. Estaba seguro de que llegaría en tiempo récord. Y esta es una de las razones por las que me gusta manejar de madrugada – la mayor parte de gente está guardada en casa, en lugar de entorpecer el tráfico.

Bueno, regresando al tema. Aceleré a medio pedal. Eso me bastó para alcanzar las 80 millas por hora (mi auto marca en millas). No contento con eso, decidí acelerar más. Y llegué al límite. 91 millas por hora. Entonces, justo quinientos metros antes del lugar donde me tocaba virar para entrar a la ciudadela destino, se prendió el foco del aceite.

Yo pensé Maldita sea, me jodí, me quedé sin carro, algo se sopló en el motor e inmediatamente apagué el motor, para rodar en Neutro el resto del viaje. En eso miré el medidor de temperatura – estaba en el límite entre la franja amarilla y la roja. ¿Y ahora qué hago?: con lo oscura que estaba la carretera y yo convencido de que el motor se había quemado. Me detuve, y ¡oh sorpresa! en lugar de mejorar la situación con la temperatura, el termómetro se disparó para arriba en cuestión de segundos y se salió de la escala completamente. Con el termómetro marcando 130°C, abrí el capó: la tapa del depósito de agua había saltado y el agua dentro del depósito estaba ebullendo y salpicando agua hirviendo. Como en las películas.

Con la tapa del capó abierta, la temperatura bajó rápidamente, por fortuna. Pero cuando intenté encender el carro (8 minutos después del momento crítico, con la temperatura entre el rojo y el amarillo), no encendió. Esperé cinco minutos más, hasta que la temperatura bajó a la mitad de la franja amarilla. En ese momento, el carro encendió con dificultad, pero al hacerlo, la temperatura bajó de golpe al verde. Cerré el capó y completé el viaje a mi destino.

Afortunadamente, parece que no hubo daño permanente en el motor. El carro mantiene su potencia original, y no adquirió ningún sonido extraño (aparte de los sonidos extraños que tiene normalmente).

Hora de llegada teórico: 01:35. Hora real: 01:50. Buen tiempo, considerando la dificultad.

Etiquetas
yo